martes

Columna Recosol

ESTUPEFACCIÓN
Por Orlando Oviedo Aguilar
24 octubre de 2008


La felicidad me torna vulnerable ante las crisis que me fortalecen

“¡Que los mercados financieros cierran a la baja!”, “¡que el gobierno invierte miles de millones para estabilizar el peso!”, “¡que la crisis financiera se agravará!”... y así, un largo etcétera imposible de relatar y mucho menos de comprender para los que vivimos a pie.
Una palabra que bien puede describir nuestro estado es “estupefacción
ante lo que pasa, ante lo que llaman recesión, ante la merma de ingreso económico al interior de nuestro de por sí empobrecido bolsillo. Las caras lo demuestran cuando uno platica acerca del tema. Es algo inédito, algo que no alcanzamos a comprender, a asimilar, a sintetizar.
Por ello estamos estupefactos, asombrados, crédulos e incrédulos, confiantes y desconfiantes. Nos miramos entre nosotros e intuimos que alguien está sacando provecho de nuestra ingenuidad.

Las crisis son excelentes momentos para adquirir un avance educativo, y a partir de este proceso didáctico aprender a crear los caminos para salir de estas situaciones incómodas.
A pesar de los estragos, de la pérdida de la anteriormente limitada seguridad social, económica y educativa; aún así se tendrá un aprendizaje: los deudores aprenderán a endeudarse menos, la llamada economía real acabará por imponerse sobre la economía financiera —por lo menos en la mente de los de a pie—; aprenderemos a desconfiar un poco más de políticos, consejeros financieros, banqueros y de toda la pléyade de monstruos que tienen como oficio saquear la buena fe y las creencias de las personas que como tú y como yo, ingenuamente habitamos este mundo.

Estupefactos pues, nos mantendremos mientras la gran ola de la debacle financiera arrase, mientras se pierda lo que muchos aún no poseen. Y cuando ni siquiera los sueños tengan crédito ni se perfile un porvenir feliz y sí un camino endeudado con la historia entonces renaceremos.

Ya que hayamos perdido nuestros bienes y nuestros haberes pasaremos de la estupefacción a la rabia, y comenzaremos a revolcarnos, a proferir improperios contra los políticos y economistas de gobiernos y de los grandes consorcios multinacionales que nos habrán esquilmado.

Los seres humanos tenemos crédito ilimitado en el banco de la ambición y por medio de ésta quisiéramos controlar cada uno de nuestros actos, pero las crisis nos ponen en nuestro lugar: como criaturas místicas enrrolladas en mitos que vamos viviendo y recreando desde tiempos inmemoriales y que, pensándonos originales, no alcanzamos a intuir que estamos metidos en un mundo común y corriente, como seres comunes y corrientes.
Por ello es que la estupefacción da paso a momentos de recogimiento a la usanza antigua, en que la introspección y la recapitulación de nuestros quehaceres y de nuestros ideales comienzan a profundizar acerca del autoconocimiento del YO que la cultura globalizada se empeña en ocultar bajo lemas publicitarios e imágenes propagandísticas, elecciones pseudo-democráticas incluídas.
Quizás es importante comenzar a cuestionar si el mercado debe involucrarse tan adentro de nuestras vidas hasta el punto en que controle nuestras acciones y nuestros sueños, ¿o es que acaso a la libertad debe asignársele un precio, un valor económico de mercado?.


Pienso también que en este momento de recogimiento, algo de luz llegará para iluminar este asunto, pero también haráse la luz sobre la sangre y el dolor entumecidos por el tsunami financiero, se aplicará la máxima "la letra con sangre entra"; y que en este caso el aprendizaje causará algo más que escozor, durará un tiempo razonable y luego un nuevo renacimiento, menos ingenuo, ya no como hombres y mujeres de paja o de arcilla, ni siquiera de piel y hueso; quizás este renacimiento cumpla las antiguas profecías de los místicos y los profetas… Tal vez tengamos que renacer a través de la muerte de nuestros ideales de aquella globalización y por consiguiente a través del cambio y mudanza de paradigmas envejecidos desde el momento mismo de su nacimiento.



EL TSUNAMI FINANCIERO

Por Orlando Oviedo Aguilar

6 de octubre de 2008

En algunas publicaciones que he leído en estos últimos días se habla del fin de la idea mas ortodoxa del neoliberalismo en la cual se especulaba que el mercado se podía autoregular para no caer en excesos -como los ocurridos en los EUA- y, a través del mismo mercado conseguir el bienestar de las poblaciones con la mínima intervención de los gobiernos nacionales.

Con la caída del “muro” de Wall Street y el rescate financiero hecho por el gobierno estadounidense hacia los megaespeculadores por medio de la socialización de las pérdidas y la privatización de los beneficios se abre la primera gran cuarteadura “desde dentro” del edificio neoliberal.

Como si fuera el gran Tsunami que azotó en Asia en el 2004, los mercados especulativos se están replegando sobre sus costas para luego levantarse en una gran marejada de destrozos económicos, sociales y culturales mismos que ya comienzan a sentirse y que en un futuro cercano se percibirán en toda su magnitud. Después del shock del Tsunami financiero muchos estadounidenses se están preguntando qué es lo que pasó; si en algo sirven las crisis es para cuestionarnos en lo profundo y eso están haciendo millones de personas del otro lado del río Bravo pero no nada más allá, pues las repercusiones de esta crisis se están dejando sentir en los confines del globo terráqueo, esta vez el Tsunami financiero arrasa con patrimonios de cientos de millones de personas y no únicamente en tierras estadounidenses.


El estado benefactor ha echado raíces en los EUA, aunque tamizadamente al beneficiar principalmente a los financistas de sus bolsas de valores, banqueros, hipotecarias y aseguradores. Aunque algunos analistas hablan de que no se puede regresar a dicho concepto de estado benefactor tal cual se había planteado a partir de los años 20’s del siglo pasado, habrá que regresar a la utopía de un nuevo orden mundial.

Ignacio Ramonet, director y articulista del periódico francés Le Monde Diplomatique nos habla del “fin de una era del capitalismo”. Y quizás del fin de la era neoliberal en la que los mercados son independientes de los gobiernos de los estados nación, habrá que ver lo qué pasa de aquí en adelante, la receta que se había aplicado al resto del mundo por fin ha llegado a los EUA; el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros organismos trasnacionales han logrado su cometido: destrozar la economía mundial.

Quizás mas que en una época de cambios estemos en un cambio de época, me atrevo a avanzar que estamos entrando en lo que llamo la época de la “conciencia social”, misma que va mas allá de la época anterior, la de las “constituciones” como máximos reguladores del quehacer humano. En esta nueva época, sin dejar atrás las constituciones y las religiones como entidades reguladoras, las personas comienzan a comportarse de una manera diferente, quizás con mas responsabilidad social y ambiental.

Parte de la responsabilidad social consiste en que también hagamos un recuento de los granitos de arena que hemos puesto cada uno de nosotros para incrementar el llamado neoliberalismo económico, al comprar artículos y servicios de este fenómeno globalizador, bienes subvencionados por mano de obra barata y el deterioro ambiental. Así pues, el que esté libre de culpas que derrumbe la primera piedra del neoliberalismo.






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